Hace mucho, mucho tiempo… en la parte posterior de la iglesia había un cementerio, para evitar los entierros clandestinos el cura lo cercó; tras del murallón quedo un callejón o pasadizo.
En este pasadizo de casuchas humildes, vivía una vieja, mezcla de bruja y arpía, a quien le gustaba espiar desde su ventana la vida y milagros de los moradores del pueblo.
Una noche, cuando atisbaba desde su puesto, escucho canticos religiosos a lo lejos, al girar la mirada vio con sorpresa que del fondo del callejón se acercaba una procesión. Creyendo que era una procesión común, se puso de rodillas y en voz baja empezó a rezar mientras recordaba de qué fiesta se trataba.
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