miércoles, 27 de julio de 2016

Historia: "La mano de muerto"



LA MANO DE MUERTO
Eran más de las  doce de la mañana. Toda la campiña dormía con pesado sueño bajo un manto de oscuridad. Los grupos de gente se dispersaron en distintas direcciones dialogando sobre los diversos pasajes de la velada, haciendo la crítica a su manera.
A la vera de los caminos, los pacaes  y los mangos con el viento habían entrelazados sus ramas de una orilla a otra formando una ramada  que se  alargaba en el sendero. Se caminaba a tientas por altos y bajos tropezando.          

Dentro   del grupo donde iba don Rafael, no falto alguien que miedoso, comenzó a recordar cosas extravagantes aparecidas por el camino a recorrer. Dijo que por el “Camino de los Perros”   en el silencio de la noche, una burra encadenada corría de sur a norte y por “Cuatro Esquinas” los que pasaban después delas doce de noche, oían laberintos de voces imperceptibles o a veces como quejidos de moribundos. Que tales cosas habían dado lugar a que algunos transeúntes cayeran privados de conocimiento, echando baba por la boca. Referente a esto, otro del mismo grupo recordó que en la “Casa Vieja” de la esquina del cerro de Santa María, desde las primeras horas de noche, por una de las ventanas, aparecía colgando una mano de muerto y que privaba a todo   el que la veía. Que por esto Jacinto Estupiñan  y Doroteo Quinche tuvieron que hacerse rezar por “Susto de ánima”. Pero nadie de los del grupo se amilanó.
Y algunos lo tomaron como Zumba” o invento de los miedosos.
Entretenidos en la conversación, cuando menos pensaron, ya habían dejado atrás “Cuatro Esquinas” y el “Camino de Perros”, sin haber sido víctimas del menos percance, cuando al cruzar el arenal uno de los bromistas dijo:
_ ¡Que juera que hoy viéramos la mano!….
Al oír estas cosas las mujeres medio miedosas tomaron la delantera y todo el trecho del cerro pasaron cabizbajas. No quisieron mirar la “Casa Vieja”. Había  una secularidad debido al resplandor de las estrellas madrugadoras. Uno de los compadres de don Rafael que se había adelantado un poco el camino por el mismo lado de la casa, regresó asustadizo  y le dice al oído:
_Espéreme usted aquí, compadrito. Deje que avance un poco la familia para que no se asusten. Voy a ver que cuelga en la ventana del costado. Esto parece cierto o es alguno que está jugando con nosotros. A lo mejor es Juan Barbón.  ¡Hum!. No sabe que somos bien hombres!….
Y se fue a ver con más detención en forma resuelta. Al poco momento regresó y le dijo:
_Haytá  la mano colgando, pero no me parece que juera de muerto. La de muerto es huesosa, color cera. Esta mano es gorda. Di una vez vamos a convencernos.
Y ambos se acercaron cautelosos, a la “Casa Vieja”. Miraron la mano. Con un palito le dieron un hincón.  La mano se movió. No hay nada que hacer, dijo uno de ellos esta es mano de vivo. Y cuando forcejearon la puerta del costado para entrar, observaron que la mano comenzó a ocultarse poco a poco. Como la puerta no se abriera, por uno de sus huecos vieron que alguien salió corriendo de la puerta de atrás.
Don Rafael se subió a la tapia y desde allí le gritó:
_¡ Oye, so vende santo, como te güelva a encontrar aquí te rompo el alma!. ¡Ya sabes!.
Comentando lo sucedido, los compadres aceleraron el paso para dar alcance a sus familiares ya que estaban volteando el camino a Chonta. Ambos les refirieron entre risas y carcajadas los apuros del hombre que salió corriendo de la “Casa Vieja”.
_Ya ven –bromeó al final Don Rafael- si las penas no son de la otra vida.
_¿ Pa que creer en dioses falsos?. Por cualquier lugar  no faltan los vivos que se ríen de los zonzos…
Ahora ya verán que nunca más aparecerá la mano de muerto.
Por ese lugar se fueron quedando cada cual en su morada.

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